Hace muchos años, una mañana de Reyes, apareció en mi casa una panoplia con un juego como este fabricado por la española Nemrod replicando el original de Mattel.
Creo recordar que la versión española no tenia la funda de la espada de hojalata que vemos aquí pero tanto el escudo como la espada eran así.
Mi padre, gran aficionado a los comics, era un entregado seguidor de las fantásticas aventuras del Príncipe Valiente primorosamente dibujados por Harold Foster y fruto de esa afición apareció el juguete entre mis Reyes de aquel año de principios de los 60.
La espada era frágil y pronto solo quedó la empuñadura que como veis estaba primorosamente cuajada de joyas.
Finalmente y fruto de mil juegos, ambas piezas se perdieron definitivamente y... el tiempo pasó.
Y pasaron casi 60 años hasta que recientemente encontré el escudo primero y ahora la Espada Cantarina, aquella que en las manos de su legitimo propietario- nuestro amigo Val- vibra en el aire emitiendo como un canto al ser empuñada y esgrimida contra sus enemigos.
Hay que tener cuidado con lo que se sueña y desea: puede convertirse en realidad.
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