Había una canción que decía que 20 años no son nada. Puede ser. Sin embargo los 50 años que arrastran estas piezas sí que lo son.
El juego duro de los niños y la propia fragilidad del plástico han hecho que varias de sus partes estén perdidas.
Siempre hemos tenido una predilección especial por el ballestero de Pech y la serie de Jecsan de El Cid es muy buena.
Las reparaciones han sido sencillas y pronto ocuparán su lugar en las vitrinas. La espada del ibero, sin embargo, todavía tendrá que esperar un poco.
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