Cuando con el paso del tiempo se empezaba a dejar de jugar con soldados- grandes o pequeños- era muy frecuente que se diera el salto a las maquetas.
Las grandes casas de estos modelos a escala tenían en sus plantillas magníficos dibujantes que ponían todo su arte en marcha para representar la unidad a construir.
Esta que veis, fue un regalo de mi abuela- después de insistir un poco- y la recuerdo como mi primera maqueta.
No me salió muy bien y al final lo único que se salvó y que dió un juego extraordinario fue el casco del acorazado que veis aquí y que sirvió de lancha de desembarco en infinidad de acciones de combate.
Lamentablemente la firma Revell está sufriendo dificultades ya que, fruto de los cambios en las aficiones del público, las maquetas no tienen la aceptación de antaño.
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