Hemos hablado aquí varias veces de la aportación que las colecciones de kiosko han hecho a nuestro hobby. Unas veces con mayor fortuna que otras, las firmas editoriales intentan o han intentado ya que corren malos tiempos para ese sector ahora mismo, atraer el interés del publico tocando los mas variados temas.
Tal fue el caso de la italiana Hobby & Work que produjo una bonita serie en plomo y con peana de madera de Grandes Comandantes Napoleónicos, entre otras.
Vemos hoy al Mariscal Michel Ney, (1769-1815), Duque de Elchingen y Principe de la Moskova.
Apodado por sus colegas como "El rubicundo" por su pelirrojo cabello y por el propio Emperador como "El mas valiente entre los valientes" después de su extraordinario comportamiento y sobrenatural gallardía mostrada durante la espantosa retirada de Moscú de 1812, siendo el último soldado francés en cruzar el vital puente de Kovno (Lituania) antes de su voladura para proteger al resto del ejercito francés en retirada.
En el impresionante cuadro de Adolphe Yvon de 1.856 vemos a Ney sosteniendo la retaguardia francesa durante le retirada de Moscú. Obra esta que siempre nos ha impresionado por la dureza extrema de las condiciones del combate que muestra y por la firme determinación del Mariscal al frente de sus hombres encarando al enemigo.
En el soberbio retrato de Francois Pascal Simon, barón Gerard, vemos a Ney hacia 1805.
Después de la derrota de Waterloo y toda vez que sirvió de nuevo a Napoleón en esa breve campaña, fue juzgado por traición por los realistas borbónicos que le fusilaron en 1815.
Triste final para un hombre valiente que cien veces se enfrentó a las balas de los enemigos de Francia para caer finalmente por balas francesas.
Lo traemos aquí- pese a ser enemigo de nuestra Patria- en honor a su gallardía y coraje personal y en representación a una clase especial de hombres durante una época crucial de la Historia de Europa: los Mariscales de Napoleón.
Solo hubo 26 de ellos y su famoso bastón de mando llevaba la frase latina: " Terror belli, decus paci", Terror en la Guerra, ornamento en la Paz.
Esos Mariscales fueron, hasta cierto punto, la herramienta última de la gestión del Emperador, los ejecutores de sus planes y las correas de transmisión de su acción por todo Europa.